Me levanto a las
siete de la tarde, tengo sueño. Me levanto a las nueve de la mañana, tengo
sueño. No tengo ganas de hacer un porongo. Obeso. Su hija de siete lo tiene de
la mano. Ella tiene los labios pintados de rosa. Su mamá no sabe. Ni siquiera estuvo
para vestirla. Ella sabe hacerlo sola, hace rato. No me pases ese jardinero, no
vez que eso ya no me entra, le dijo la última vez que Olga atino a ser madre
por un ratito. Pero no, ya no le sale.
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