lunes, 27 de junio de 2011

prefiero caminar


Yo trabajo para la ciudad, soy docente. Grita. Usa una chalina gris. Bolso de cuero y lentes de marco grueso, se parece un poco a ese tipo que hace historietas. El otro le vuelve a gritar. No me importa que haga frío, si querés ponete bajo el sol. El docente se pone nervioso. Me estás faltando el respeto. Yo pienso, a los docentes en este país se les perdió el respeto hace tanto tiempo. Yo no te estoy faltando el respeto, y no me importa que haga frío. Es invierno, claramente hace frío, es quizás el primer día del año que hace tanto frío.  Yo sigo con lo mío, miro de reojo dejando caer una mirada de “ustedes están locos” o de “ojalá que se maten, así el mundo es un poco mejor”. Salgo, camino una cuadra y sigo nerviosa. Pienso en cómo puede ser que exista esta gente de mierda que busca una excusa todos los días para pelear con alguien. Yo sigo nerviosa.

Y ahí está el docente, un tipo de cuarenta años, que quizás estudió letras porque quería ser escritor y terminó dando clases de lengua a pendejos de 12 años y cada día llega a su casa, intenta escribir algo y putea porque tiene una pila inmensa de pruebas para corregir. Y quizás hoy venía del colegio, donde sus alumnos no pararon de pelearse por el partido del domingo y él tuvo que sermonearlos acerca de la violencia y el respeto. Media hora después, a él lo mandan a que se meta el respeto donde pueda.

Yo sigo nerviosa. Y pienso en el tipo que mandó al docente a cagarse de frío. Que hacía cinco minutos se había peleado con otra señora que se fue hablando sola y preguntándose cómo puede ser que éste encima tenga un sueldo! Ese hombre debe estar entrenado para pelear. Debe tener una lista en su escritorio con 102 formas de sacarse un loco de encima. Porqué está bien, él los pelea. Pero la gente está loca (no lo digo yo eh? Lo dice todo el mundo). Ese pobre hombre, que tiene el pelo un poco grasoso y un traje de seudo-seguridad se tiene que aguantar de revote las broncas que la gente se agarra, seguramente con sus jefes. Y sí, tiene un sueldo. De mierda seguro. Pero yo lo entiendo un poco. Seguro que los pelea porque se crió en esta ciudad. Acá la gente sabe muy bien cómo tratarse mal. Yo no sé pelear con alguien porque sí, no sé hacer escándalos públicos, y llamar la atención y todo eso. Pasaré por boluda, pero prefiero conservarme así. Ponerme los auriculares y seguir caminando.

lunes, 20 de junio de 2011

no quiero olvidarme de lo que me hace feliz:
.los días nublados y caminar con llovizna.
.escuchar Interpol- untitled cuando ando en colectivo.
.también Land of Talk- It's ok cuando estoy un poco triste.
.los sábados a la mañana. mate. cama. vos.
.un mail de mi papá.
.escribir.
.bailar con, por ejemplo...Arcade Fire- Sprawl II.
.ver el mar de vez en cuando. 
.comer cerezas, pescado y chocolate amargo.
.viajar. y viajar en auto.
.y un poco estos también The Cure- Just like heaven.

viernes, 17 de junio de 2011

de repente me fumé cinco cigarrillos seguidos. me mojé. la lluvia ya estaba encima mio. no podía ver los edificios del horizonte. ya no podía ver nada. me suena el pecho con un silbido. me suena la cabeza como una interferencia. la siento en el oido derecho. la puta madre. otra vez no.
otra vez no qué?! nosé qué. pero otra vez no. sigo sin entender nada. lo que creía que estaba clarísimo en mi vida. hoy se cae sin aviso. la puta madre. otra vez.
clarísimo, ¿qué es lo que tenía?. nunca tuve nada claro. creo que tampoco quiero tenerlo. quizas mis modos de manejarme siempre fueron en busca de tener claro que no tengo nada claro. quizás por eso elijo el arte. y quizás por eso siempre elijo hacer las cosas sin pensarlo demasiado.
mi hermano me dijo hace poco. que valiente que sos, siempre tomas desiciones así, rotundas. eso lo re valoro en vos. yo quisiera ser un poco más así. ahi pude entender un poco lo que estaba haciendo. desde lejos. nunca lo había pensado. me puse un poco orgullosa de mí misma. pero ya hoy nosé. nosé nada.
sí sé que la cobardía no está en mis etiquetas. que el llanto me vine con las personas que menos se lo merecen o esperan. que a veces extraño estar con mi papá que con cualquier cosa me hace sentir mejor, aunque nunca me dé un abrazo. que a veces me tomo una pastillita, que me hace sentir menos el dolor en el pecho. que es casi como si mi mamá viniera y me dijiera, tomate esto ya vas a ver que te sentís mejor. tranquilizate. también sé que necesitaba escribir esto para empezar a llorar. perdón.

miércoles, 15 de junio de 2011

andamos con lo puesto


Una mochila. Un bolso mediano. Y otro más chiquito. Seis libros. Una computadora. Ninguna foto.No guardo cartas. Entradas. Tarjetas de cumpleaños. Papelitos. Tickets. Nada.

Cuando tenía 14 guardaba debajo de mi cama una caja azul, donde tenía miles de cartas, mensajitos de esos que te mandabas en el colegio con tus compañeras, cartas de amor, fotos, estrellitas de papel. Un día lo tiré todo.

Cuando tenía como 21 guardé cosas de un viaje que hice. Boletos de equipaje, de cine, de conciertos, postales, servilletas, papelitos de golosinas, mapas, libretas. Un día lo tiré todo. Tiré fotos mías de toda una época. Tiré ropa de toda una época. Tiré toda una época. En el mayor sentido de la palabra.

Hoy  sigo tirando o no guardando nada. Pero de otra manera. Más despojada y sin rencores. Andamos con lo puesto, me dijo mi papá un día.

viernes, 10 de junio de 2011


Me subo al mismo colectivo de todos los días. Hoy voy a otro lado y es otro horario. Justo quedo parada al lado de alguien que me mira fijo. Me sonríe y se va lejos. Me pongo nerviosa. No vuelvo a mirar. Sólo cuando se baja y ya me siento libre de moverme a un lugar más cómodo. A veces es difícil creer cuán chico es el mundo.

Una mujer me pregunta una dirección. Yo no tengo idea, estoy con un mapa en la mano. No parece de las personas que viajan en bondi. Está muy arreglada. Tapado beige, medias negras opacas. Zapatos negros de los que se usaban en los noventa para ir a al auditórium. Baja en Córdoba.

Ya estoy sentada al lado del hombre que esperaba conmigo. Tiene una cicatriz en la cara. Le pregunto por Riobamba. Me dice que doblamos por ahí. Que él me avisa. Se siente libre para preguntarme dónde voy. Al congreso. ahhh. Pasamos por Constitución y me avisa. Que esta es una estación y plaza once. Me avisa. Acá seguro se baja mucha gente. Gracias al bajar.

En la mesa de entrada me confunden con una gringa turista. No, no hago visita guiada. No soy turista. Bahh un poco sí, pero no. Es otra dirección, una cuadra para abajo. Otra mesa de entrada. Otra vez deletreo mi nombre y me sacan una foto. Compruebo mi hipótesis de que no luzco muy bien. De ahí me mandan al despacho de un hijodeputa. Por suerte no está. Tengo que ver a otra persona que no tiene nada de eso, por el contrario, me cae simpática. Y tengo que caerle simpática yo a ella. Me puteo a mi misma por ponerme roja como un tomate en ese tipo de situaciones. Tener que contarle a alguien datos de uno, intentar convencerlo que sos capaz de un montón de cosas, menos de estar tranquila y sin transpirar ante una situación así. Por suerte me manejo y creo que terminamos bien. O por lo menos mejor que el hombre que baja conmigo en el ascensor. Me pregunta en qué piso estamos. El quinto. Me parecía. Me avisas en planta baja. Sí, yo también bajo ahí. Trabajas acá. Me sale un ojalá, que ni yo entiendo. Sólo vine a ver a alguien. Trae un curriculum, no pierdas la esperanza.

No pierdas la esperanza, me lo pide alguien que perdió la vista.

Me siento un poco mejor. Se me va el estado raro con que cargaba. Agarro mi cámara y camino por Callao. Despacio. Me fumo un pucho y vuelvo a casa sintiéndome un poco más segura de mí misma.

jueves, 9 de junio de 2011

En aquel momento llegó a mis oídos
un resonar apagado y presuroso,
como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón.
Aquel sonido también me era familiar. 
Era el latir del corazón del viejo.

Se me hiela la sangre. se me returcen las tripas. me suenan. fumo, no paro de fumar. uno tras otro. 
Transpiro frío. Tirito y me delata el corazón.

lunes, 6 de junio de 2011

jueves, 2 de junio de 2011

31 de mayo

El treintauno de mayo, como yo le decía a los cuatro, era el día más esperado del año. Empezaba mayo y ya estaba esperando su último día para el festejo. Era una actitud un poco contradictoria porque la verdad nunca me gustaron los cumpleaños, en todos mis años de colegio, siempre faltaba a todos.  Por eso creo que al último ya ni me invitaban.

Hay un par de cosas que se me vienen inmediatamente a la cabeza cuando pienso en mis cumpleaños. Ponis en mi cumpleaños de 2 y un souvenir de My Mellody. Un sillón de las tortugas ninja a los 4. Una choripaneada con los del barrio a los 9. Un pijama party a los 13. Los 15 y mejor olvidar.

De ahí en adelante creo que siempre quise desaparecer en mi cumpleaños. Irme a otro lado, que pase como un día normal. Pero siempre terminaba en algo. Viendo gente que no quería ver, aceptando que vengan por unos mates que al final terminaban en empanadas, pizza, vino, torta. Se convertía en algo que tiene más que ver con un compromiso. Cagada en definitiva.

En mis 24 años, sólo una vez no estuve en mi casa. Cuando era chica y recibí ese sillón. Este año, no estuve en esa que supo ser mi casa y es hoy “la casa de mi mamá”. Aunque también es un poco mía, pero ya no. Estuve en otra que es hoy el lugar donde vivo. Me cuesta decir “mi casa” todavía. Pero sí es el lugar que comparto con la persona que más quiero. Y este cumpleaños la pasé como quería, sin tanto escándalo. Bastante feliz. Recibiendo llamados de la gente que quería. Y escuchando un “feliz cumpleaños amor” cada tanto. Perfecto para mí.