sábado, 6 de agosto de 2011

ejercicio I

Va parado justo al lado mío en el colectivo. Es ese tipo de pelado que no se resigna a serlo, viste. Unos pelos largos que le tocan los hombros, y en la parte superior, ni noticia.
Tiene ese tipo de cara con las cejas, o la frente muy salida lo que hace que sus ojos se hundan con una gracia, casi de dibujito. Yo me pregunto si se le juntará pelusa en esas cuevas. Así como cuando se te junta pelusa en el pupo (que fea palabra). Es como si con un formón le hubieran sacado un pedazo.
Yo lo miro como entusiasmada con la idea de las pelusas. Es como si a esos ojos les hubiera costado salir. O se quedaron a medio camino. O no. mejor, es como si su frente no se acordó de dejar de crecer y siguió un poco. Y ahí atrás quedaron esos dos ojos en las profundidades de la cara del pobre hombre.
Creo que con los años encima se pone más interesante, porque su piel, que le empieza a tirar para abajo y ese hueso gigante le opone resistencia. Y la piel le sigue tirando para abajo. Y esos ojos ahí atrás. Y las arrugas a los costados. Y las ojeras que ya levantaron bandera y están rojas del esfuerzo le piden por favor que la corte.