Puedo sentir el clima de esas noches, que no se parece en
nada al clima de otros lugares que conozco. Camino por esa casa que tiene sobre
todo, escala humana. En el más amplio sentido de la palabra. La luz es naranja y el olor a sal está
impregnado en las paredes. El ruido de los eucaliptos del bosque como una
constante junto con las olas. El jugo del limón y el pescado que tengo entre
las manos, ese pescado que hace un rato fuimos a buscar al puerto. Juan y mi
viejo preparan el fuego en el patio. Se siente olor a leña. Abro un vino y compartimos.
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