martes, 19 de junio de 2012

viernes.


Había tenido todo el día esa sensación de viernes. Pero no de fin de semana, últimamente esas cosas no me afectan demasiado. Era viernes y antes del mediodía. Era viernes y hace varios años atrás, antes de ir a la facultad cuando cursaba a la tarde. Cuando acomodaba las cosas para ir al taller y esperaba que mi hermano vuelva del colegio y la bocina, señal que mi papá ya estaba en la puerta. Hoy sonó esa misma bocina, pero no era mi papá.

Esos primeros años en que ya no entraba a mi casa, y yo hacía un esfuerzo enorme por cada vez que lo nombraba ante mi mamá no decir “el papá” sino “mi papá”. No sé si como una manera de hacer sonar mi enojo, o resentimiento, o plantar territorio. Ya no era el papá de la casa, era mi papá. La primera vez que lo nombré así ella soltó su enojo, como tantas e interminables veces en la vida, después creo que se acostumbró.

Era viernes al mediodía y era el día en que salíamos a almorzar los tres. Íbamos rotando de lugar por periodos. A veces una pizzería, una estación de servicios que servía pannins, o un pseudo-comedor universitario, cerca de ingeniería, donde yo siempre pedía pastel de papas. Por supuesto que compartíamos más comidas en su casa, pero esa cita de los viernes era como el almuerzo en familia que tanto nos hacía falta. Hablar del colegio, de los estudios, de los proyectos, de nosotros, sólo los tres.

1 comentario:

  1. ay ansil hacia mucho q no te leia, hace unos dias iba manejando la reno y tenia las patitas congeladas y me acorde de vos, pense q ya no bloggeabas
    es lindo leerte de nuevo
    abrazos

    ResponderEliminar