sábado, 16 de junio de 2012

 

Era invierno y diciembre y faltaba sólo un día para navidad (hecho que en ese país no tenía la menor relevancia). Llegué cruzando el estrecho de Magallanes en barco. Llovía


Después de varios kilómetros y ciudades y pueblos pequeños y ruta y carteles que no podía descifrar entramos a Marrakech. Eran las 6 de la tarde (creo) y sentí un ruido ensordecedor que venía de la mezquita. Es la hora de la oración. Sus rezos se escuchan por altoparlantes por toda la ciudad. Y ahí estaba yo entrando a "Jamaa el Fna".

Supongo que porque era invierno y llovía el olor de esa plaza-mercado "Zoco" se sentía como algo frío y húmedo y en algunos lugares hediondo, o muy fuerte, rico o simplemente desconocido.  Dátiles (en todas sus clases), frutos secos, orejones, yerba buena, currys, especias, tahines, animales (monos y gallinas sobre todo), inciensos, tabacos, hachís, carne de cordero, té, etc. etc.

Todos esos olores en un lugar atestado de gente, con vapor que se levanta del suelo, entre los puestos de Zoco. Toda esa mezcla que nunca había sentido así de viva, se me presentaba ese diciembre hace ya varios años atrás.

Mientras enumero todo eso, puedo sentir esos mismos olores que ese día conocí así todos juntos y en el marco más lindo posible.

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