viernes, 4 de noviembre de 2011

de las salas de espera.



Qué lindo eso que estas haciendo. ¿Qué es? Algo para la playa, para el mate. Qué divino me encanta, yo me casé con ese color. Zapatitos al tono, era tan joven. Qué envidia como tejes, a mi me duelen tanto los huesos, con esta artrosis que tengo, me la descubrieron hace dos años cuando me caí de la bici. Aa, yo también tengo eso, pero voy a unas camillas de rehabilitación que son gratis, del gobierno. No, no, a mí me gusta salir a caminar con mi marido. ¿Sos de Aries vos? No de Capricornio.

Atrás mío una señora que habla hace 35 minutos por celular. Su hijo Federico, el mayor, de 18 años el sábado salió a la casa de la Yesi, con la Nadia, su novia. Parece que no se privaron de nada, que eso que hicieron era una orgía. Federico volvió a las ocho de la tarde del domingo a su casa. Ella como es provinciana, de esas del puchero, el guiso y el plato lleno, les preparó una carne al horno para él y sus amigos.

Ella está con su hija, que se quiere robar un lugar. Cuando el toca el momento de anotarse para el turno, se arma la pelea. Todas las señoras hablan con la S, así como muy pronunciada, y medio que se jactan de sus enfermedades para tratar de conseguir un lugar. Todas gritando hasta que esa que iba con su hija grita: pero yo tengo cáncer. Silencio. Su hija llora, nosé si por eso o por vergüenza. La otra se da vuelta, me mira y me dice, seguro que le dio cáncer por perra. Yo asiento, entre asustada y cómplice. Pero Martha, la señora que está un lugar antes que yo, esa que tenía artrosis, le dice: aii nena, no la pelees no le vistes los brazos que tiene, Bonavena parece.

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