miércoles, 30 de mayo de 2012

crónica futbolera aunque no es mi fuerte.



En mi primer viaje a la República Oriental vine a ver el Clásico. Se disputan en el Centenario: Peñarol, que hace de local con tres tribunas, contra Nacional, con dos.
Mi conocimiento del balonpie es bastante pobre. Puedo decir que tengo un par de datos aislados: soy de River desde que ganó el Tricampeonato en 1997 y mis primos me convencieron de hacerme gallina; digo que me gusta San Martín porque soy de San Juan y mi hermano es hincha, pero no sé el nombre de ninguno de los jugadores, y un día antes de viajar a Uruguay me enteré que el Centenario fue el primer estadio mundialista.
Llegamos a Montevideo el domingo tres horas antes que empiece el partido y yo no sé los colores de los equipos disputantes. En la entrada a la ciudad nos cruzamos un colectivo con banderas negras y amaillas y dicen: ¡Ahí van los de Peñarol, los sigamos que llegamos al estadio!. O sea Peñarol igual amarillo negro.
Mientras comemos una hamburguesa previa entrada al partido yo pregunto por qué equipo se supone que debería hinchar, me explican que Peñarol es Boca y Nacional, River. Además el DT es el Muñeco Gallardo. Ok, pero mi entrada es para la platea de Peñarol y debo confesar que ahí entre la gente que alentaba al Carbonero yo no estaba tan segura de ser de los otros, y al minuto diez cuando marcan el primer tanto yo salto de mi asiento al compás de los otros plateístas.
Ya grité un gol y me se su canción “Peñarol es así… El orgullo de todo el país”. Además hay un negro que es medio torpe pero resulta ser un crack. Ya está.
Sin embargo “El Bolso” se ve lindo. No paran de arengar un minuto, tienen globos de tres colores perfectamente distribuidos entre las tres bandejas y encima que está ahí Gallardo estos tipos juegan re bien. Cuando meten un gol también lo festejo, pero para adentro. Estoy adelante de una chica que ante su equipo que no hace mucho mérito se pone cada vez más nerviosa y no para patearme el asiento.
La tarde que había empezado soleada ahora nos presenta lluvia, y mucha. Y la hinchada de Nacional entona: “Esta lluvia de mierda no quiere parar (x2)…Es el Manya que no para de llorar”. Creo que ahora soy de Nacional, le digo a mi compañero de banca ante el gol de Piriz que marca el empate 2-2. No sólo porque los del Bolso ahora arengan más que nunca, sino porque los de Peñarol en vez de hacer lo mismo, putean al técnico, al árbitro, a los jugadores y a la mar en coche. Estos de Olimpo son unos amargos. Peñarol. Claro, ya está, encima confundo el nombre del equipo todo el tiempo, no puedo no ser de Nacional y decir: ¡Gol! Ante el gol de Recoba de tiro libre que marca el 3-2.
Los 25 minutos restantes de Peñarol perdiendo fueron llenos de faltas y lesiones y peleas en la popular y en la platea y la lluvia y la gente que enojada se va antes que termine el partido y los últimos 5 minutos de Nacional que terminó ganando con ocho jugadores, me hicieron su hincha y la primera vez que veía un clásico y un partido con tanta gente terminó siendo un viaje de ida al comienzo de mi carrera como plateísta.

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