domingo, 24 de julio de 2011



Un sándwich de vacío, unas fritas, una coca y un cortado. Dos cigarrillos. Qué lindos ojos que tenés. Son de contacto. Una risa y un no. vos no sos de por acá, no? No, pero hace cuatro meses que sí vivo por acá. Comés sola, sí, hoy sí.
Vuelve cada cinco minutos para ver si está todo bien. Me busca tema de conversación. Que el clima. Que el asado. Que el partido. Que el  barrio. Que la vieja que espera el taxi.
Cuando ya estoy en el cortado y el pucho de después de comer. Me limpia un poco la mesa. Y me cuenta que está científicamente comprobado que los ojos claros son más propensos a ver menos. Que él lo comprobó porque su papá que tenía unos ojos azules así como está el cielo hoy, tenía que usar unos anteojos como el culo de esta botella. Yo le cuento que también uso unos anteojos como el culo de esa botella porque me cuesta ver cuando leo. Sólo de cerca desenfoco.
Cuando le pago y le dejo propina por la charla de este domingo, me dice que espera que esté todo bien. Y me pide que vuelva. Sí claro vengo a veces, pero no sola, sólo que hoy extrañaba el asado del domingo. Y extrañaba que mi mamá me pida que le aliñe las ensaladas y le prepare las papas para la parrilla.  

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